Wednesday, March 28, 2007

La naranja mecánica



Por mucho tiempo no pude descifrar si en verdad Anthony Burguess veía el futuro tal y como lo plasmo en su novela ¨La naranja mecánica¨ o si era una fantasía oscura de algo improbable.
Para Burgués el futuro es violento y caótico. Donde las bandas juveniles y los gobiernos corruptos de fuerte tendencia a la ultra derecha dejan entrever el nacimiento de futuros 1984 . Todo esto bañado por un Ludwing van Beethoven que como el éter se encuentra en todo lugar y a todo lo cubre.
Para mí, el conocer la obra de burgués se dio en uno de esos casos en que uno primero ve la película y luego lee el libro y sencillamente se queda atrapado sin tener forma alguna de sacarlos de la cabeza.
La primera vez que aquel film de Stanley Kubrick corto mis ojos con su maravilloso filo, apenas era un niño con no mas de 7 años y fue en un sigiloso silencio y cerrando los ojos de vez en cuando, (en los momentos en que sucedía algo que el adulto presente no podría explicarme) que lo descubrí y desde ese momento Alex DeLarge era un personaje mas en la población de caracteres de mi memoria.
Varios años después entrando a mi adolescencia me encontré frente a frente con la novela original y la leí sumergido en aquellos ambientes que parecían ser el resultado de un Tokio, un Moscú y Londres, pero con un aura política digna de un país latinoamericano. Siendo cada lugar del libro un personaje mas, como aquel viejo y maltratado edificio de apartamentos donde vivía Alex, los bares de leche de aspecto clandestino y los fríos hospitales de líneas puras y diseños minimalistas.

¿Que más se podría esperar de un futuro de ultraviolencia y donde la técnica de Ludovico es una opción lógica para reformar el carácter?
Dragos y leche, debochcas y fuegodoros, lubilubar y morir, todo junto al lovely, lovely Beetoven en un tiempo donde la naturaleza humana es tan intensa como en aquellos momentos tumultuosos de la historia donde las acciones y formas son llevadas al limite.

Tiempo después me entere que gran parte de la novela se inspiro en la propia vida de Burgués. En 1944 la esposa del escritor fue victima de una violación por parte de 4 soldados norteamericanos provocándole un aborto debido a los golpes recibidos.
Deje de pensar en un futuro. Aquel momento descrito en el libro era un hoy constante, un hoy palpable y aun más terrorífico que el descrito en el libro. Pues es nuestra realidad.
Hace unos años volví a leer el libro y en verdad logre comprender el contexto total y puro por lo que al conocer aquel factor psicológico del autor, vi como el final se volvió mas terrorífico de lo que podría pensar, pues Alex volvería a escuchar sin miedo la Novena Sinfonía de Beethoven, y luego, ¿Qué?.


Friday, March 16, 2007

NADA.




((((Ya a pasado un buen tiempo desde que me puse a escribir para mi blogg, por que de escribir no he podido parar tanto por la universidad como por el simple placer de hacerlo. Pero aquí estoy nuevamente escribiendo para quien quiera leer. ))))

Y ahora que me he sentado a escribir me he dado cuenta que no tengo nada de que escribir y no es que usualmente escriba de algo muy interesante que digamos, pero esta vez en particularmente nada cruza por mi mente.
La sensación es algo extraña, me imagino que tiene que ser la misma que debe de tener el japonés de mi edad que ahora a de estar en alguna parte de Tokio comprando algún aparato que seguramente en un mes será mas que obsoleto. O la que debe de tener aquella españolita que se acaba de acostar con el pendejo amigo de su hermano.

Nada.

Y entre estas tres nadas la mía es la mas mediocre pero no la menos necia.
La mía es una de esas nadas que son cultivadas, de las que surgen tras meses de un casi total aislamiento cultural, de esas que nacen de la soledad y de la necesidad de estar en otro lugar y por un momento cambiarlo todo, aunque sea por un momento. Odio esa sensación.
Quizás allá lejos, en Tokio nuestro amigo nipón se encuentra en la nada que nos lleva a la repetición. Musashi como hipotéticamente se puede llamar aquel muchacho mira en silencio el aparato y decide comprarlo. Ya no siente la emoción de otros tiempos y ya ni se imagina usándolo en un futuro. Tan solo, nada. Lo tiene y ahora ¿que?, ¿esperar hasta el próximo mes para cambiarlo por uno mejor? Como desearía el poder cambiar su ser con el lugar de aquel artilugio, así en un mes ya desaparecería y uno totalmente nuevo volvería a nacer.

Maria en cambio se recoge el pelo de la frente y se cambia con prisa. ¿En que estaba pensando? En nad*. En que mas. Se detuvo en su afanosa carrera por vestirse y lo observo unos segundos. Aun no entendía el porque. Aquí la jovencita española se encontró con la nada que nos hace cometer gigantescas estupideces. De esas estupideces que te hacen pensar bien durante nueve meses, de esas que sencillamente te enseñan a amar u odiar.
Por un momento todos cerramos los ojos y es en aquel vació en que nada sentimos que somos uno. Por nuestros errores, por nuestras ideas ausentes, por lo que queremos y por lo que sencillamente nos hace ser.
Todas las nadas son la misma nada. Aquella que te hace subir en silencio a la azotea de tu edificio y quedarte viendo al cielo para imaginarte que no hay nadie mas, la que te hace perderte entre las luces de mil anuncios de neon tan solo por los colores o la misma que te hace agradecer a las lagrimas por empañar la visión de una estupidez.
La nada, el todo, algo.
Ya se de que quiero escribir.