Saturday, May 19, 2007

La dulce existencia de un dictador.


Son las 4:00 de la mañana y el día empieza. No hay nada como empezar la faena dejando todo en un perfecto estado, desde la cama hasta las primeras ideas registradas en el diario. Ya todo el mundo esta despierto y la imagen lista, perfectamente vestida, sin ángulos o arrugas mira desde la ventana hacia el sol naciente cuyos primeros rayos se reflejan en sus zapatos recién lustrados. La imagen sonríe, le agrada la idea que el destello del astro rey este a sus pies. Allí debe de estar.
Abandona sus habitaciones y camina por el largo pasillo de su palacio. Allí le esperan ministros y funcionarios con todas las noticias y las funciones del día. Les presta poca atención pues sabe como se manejaran cada una de estas desde antes que los mismos ministros lo pensaran, puesto que no necesita sus opiniones tan solo sus caras.
Su secretaria personal graduada en ciencias política le entrega una taza de café sin azúcar. El no le dirige la mirada y toma la taza. Continúa caminando atravesando las habitaciones de un decadente barroco hasta llegar a la entrada principal. Allí le espera su vehiculo. Le entrega la taza a su secretaria y aborda el carro. Ella le sigue en uno diferente.
Dentro del vehiculo le espera el único funcionario que realmente le interesa escuchar.
Aquel encargado de la limpieza. El que realmente aporta algo para mantener el orden en la nación. Conversan sobre la oposición y sobre algunos nombres que para esa mañana solo son nombres y nada más. También hablan sobre escritores que entraran a la lista de enemigos del país. El lamentaba que algunos de sus antiguos amigos hubieran terminado en esa lista o siendo solo nombres, pero ya no importa.
La imagen hace un silencio y mira por la ventana, las calles y los habitantes que despiertan, el los ve pero ellos no pueden verle, pero de esta misma forma hay quienes le observan sin el poder encontrarles y la idea le molesta y mas aun cuando ve afiches pegados en las calles donde llaman a el pueblo a la libertad.
¿Qué mas libertad? El se la había entregado y con esta el orden y la tranquilidad. Y mas aun habían quienes se oponían a el y a sus altos ideales. Ilusos. Si el mismo sol se reflejaba en sus pies, ¿que pensaban hacer estos bastardos ?. Pero el no estaba de humor para pensar en esto, para ellos estaba este funcionario y un ejercito de víboras y de patéticas sombras.
Por todas partes ve su obra. Grandes monumentos y ´´modernizacion´´ .¿a esto se oponían.?, el arte y al cultura habían llegado a un punto de perfección clásica pura, libre de la basura traída por la absurda oposición. Tan solo le bastaba ver alguna de sus estatuas para darse cuenta de la belleza imperial de su mandato. Justo como los cesares. Toda gloria y esplendor por la grandeza de su pueblo y de su líder. El pensar esto le hacia llenarse de una fuerza que el consideraba sobrenatural y que en la opinión de muchos ciegos aduladores, le llegaba por herencia de los grandes lideres de la historia.
¿De que más puede vivir un tirano si no de absurdas adulaciones?
Al llegar al edificio de gobierno, se despide con una mirada del funcionario y camina hacia el interior del clásico edificio, sin voltear la mirada hacia el auto que se aleja con el hombre que haría aquellas cosas que mantienen cosidas muchas bocas.
Halagos y saludos. Buenos días y más saludos. Temor y saludos. Todo sigue perfectamente igual. Justo como le gusta a la figura. Y en sus pasos todos notan seguridad. Son firmes y en cierta forma de piedra. Nadie le mira a los ojos. Mas que su propio reflejo escondido en la plata de los espejos.
Al entrar en su despacho las puertas se sierran tras de si y en aquella habitación quedan el y sus pensamientos. Muchos son pensamientos sorprendentemente complejos. Todos, en especial la imagen misma conocen la intrigante inteligencia que mueve su existencia y la de todo un gobierno y es en ella donde se apoya para desconfiar de todo cuanto le rodea.
La imagen solo desconoce su futuro. Exactamente dentro de un año y ocho horas su cuerpo sin vida colgara desde las escaleras de su palacio el que luego seria incinerado como basura para luego de sus cenizas nacer mil leyendas absurdas que se moverían como una ligera brisa fría entre las patas de los próximos gobiernos. Pero mientras tanto se encarga de mover sus ojos sobre el paisaje y arrastrar una raya escarlata de muerte sobre las ideas y voces que no se limiten a imitar al astro rey.

Tuesday, May 15, 2007

En una ciudad cualquiera.


En una ciudad cualquiera, en un restaurante cualquiera, esta El sentado mirando como se enfría su sopa. Está vestido con su ropa de oficina, un triste traje negro y corbata del mismo color, la que en algún momento pensó sería elegante hoy no parece serlo mas que la cuchara que sostiene en su mano.
El se para de la mesa y deja el dinero de la sopa y algo más para la señora que le habría ofrecido la única sonrisa del día, aunque no podría decir si esto era totalmente cierto, pues ignora mucho de lo que sucedía fuera de su cubículo el que con el tiempo se ha convertido en una especie de citadela de papeles, memorandums y notas que lentamente le alejan de todo lo que conoce y aprecia. Sus paredes se extienden hasta volverse incorpóreas pero siempre presentes y lo encierran donde sea que este. El odia esto. Y al cerrar sus ojos hace que desaparezcan.
En esta noche El se entregó a sus pasos. Y caminó hasta perderse en los ojos de los demás peatones, entre las luces de los autos y en sus propios pensamientos.
Aun recuerda el día que alquilo su apartamento, aquella primera muestra de madurez. Ya era todo un hombre. Es un loft en un viejo edificio de ladrillo. Una sala que se extendía en un pequeño comedor y cocina además de una habitación con su baño. Sus paredes blancas estaban bacías ese día y aun seguían así. Pero lo que convertía ese recuerdo en su favorito es el hecho de que siente que de alguna manera era toda una vida nueva la que empezaba en aquel pequeño lugar que le recibía luego de cada día de trabajo y allí entre sus libros miraba por la ventana como el paisaje de luces moría lentamente como latidos que van desapareciendo. Y luego descansa.
Tras haber caminado por varias cuadras se quita la corbata y la enrolla para guardarla en uno de los bolsillos de su chaqueta. Siente su textura con los dedos como si quisiera leerla, totalmente concentrado, hasta que del fondo de sus recuerdos logra ver frente a si a Ella.
Ella fue quien le dijo que lucia muy elegante vestido de oficina. Ella fue quien le acompañó los primeros meses, quien le dio luz en sus frías sombras y con quien se sentaba a ver morir las luces con la cabeza apoyada en sus rodillas y sin decir palabra contestaba a todas sus preguntas.
Pero ya no estaba. Ella vive en otra ciudad, en otro país. Comía en otro restaurante y leía otros libros.
Hacia ya un año desde que se había marchado y tras de si moría el olor de la calma, pero escondido en el loft del viejo edificio de ladrillos y en las fibras de la corbata negra sobrevivía su recuerdo para torturarle.
Con el pasar de las horas sintió que la noche había mejorado un poco. El sabía que poco a poco la iba a olvidar y que seguiría con su vida. El sabia que las murallas del cubículo no estarían presentes por siempre y que aunque quisiera no miraría eternamente por la ventana, esperando a que mueran las luces. Y quizás era por esto mismo que se había entregado a sus pasos, por el hecho de que siempre eran en un lugar diferente, que aunque podrían parecer durar toda la vida, tan solo era un paso más en un largo camino que El tenia que recorrer.

Monday, May 07, 2007

El dibujo...


Tratemos de ignorar el hecho de que nos llamo indie y disfrutemos de esta pieza del arte contemporaneo....