Sunday, June 01, 2008

El sueño de Asimov.





*Su mirada se quedó estática, dirigida hacia el horizonte en búsqueda de algo que al parecer no existe. Sobre la mesa sus dedos juguetean como si tocaran un pequeño piano invisible. Aun no encontraba aquello que se escondía en la distancia.
Pasado un minuto la figura reaccionó. Frente a si se dibujaba la imagen de un automóvil que se acercaba por el viejo camino. El auto del Dr. Clarke, un modelo reciente de G.P.A car (global positional automatic car) había anunciado la llegada a casa del académico, permitiendo así tener todo listo.
Al ver que ya se encontraban casi en la entrada de la propiedad, decidió moverse hacia la puerta para recibirlo. Con dócil gracia atravesó el gran salón que da hacia el recibidor. Justo allí sobre la mesa de la entrada se encuentra un gran espejo de marco dorado barroco y reflejado en él se hayan los negros ojos de la creación del hombre. Una chispa le sumerge en su propia imagen y luego en su propia conciencia. Aquella extraña y programada conciencia, que no resulta ser propia ni ajena si no algo más.
Nunca ha sentido miedo ni pena, mucho menos felicidad o angustia, pero si sabe que es la curiosidad, la sorpresa y la lógica.
Mas allá de la cubierta de la piel sintética y los complejos algoritmos de su mente la propia identidad de la máquina se encontró a si misma reflejada sobre el cristal y la plata. Fue tan solo un segundo, pero un segundo de infinita profundidad y que se perdió en su convulsionante complejidad para no volver mas.
Y así como se extendió el universo de la propia conciencia, con una rapidez y fuerza cegadora, así mismo se vio sumergido y oprimido bajo las órdenes de programación y aquel destello infinito del yo desapareció.
En cambio continúo la mirada su viaje de milésimas de segundo hasta el pomo de la puerta de entrada. Ya el vehículo se había parqueado y el pasajero se encontraba subiendo la escalera de la entrada cuando se abrió la puerta y se escuchó a una voz decir:
-Bienvenido señor.


Cuando leo cualquiera de los cuentos de Isaac Asimov siento una especie de relajación mental que muy pocos autores de ciencia ficción me puede ofrecer. En sus líneas se destila el estilo más puro de los autores del género durante la era del átomo, pero además se ve el trabajo de una mente genial que se desplaza cómodamente a través de la divulgación científica y la narrativa fantástica.
A diferencia de futurólogos como Ray Kurzweil quienes presentan sus visiones en una forma mas estandarizada, Asimov nos da dosis muy acertadas de el desarrollo tecnológico de las generaciones por venir (y en muchos casos el presente), todo diluido en escritos de fuerte contenido científico y filosófico, que pueden mantener la total atención del lector sea o no este seguidor del genero.
El trabajo de este escritor abarcó varios géneros como la novela, el cuento, el estudio histórico y la divulgación científica. Pero es en sus relatos donde se puede ver la fascinación del autor por la evolución de la robótica (término inventado por el) y en especifico por la inteligencia artificial y las complicaciones y consecuencias de esta.
Desde su perspectiva las maquinas llegaran un día a poder ser consideradas inteligentes e independientes a la hora de tomar decisiones y procesar información, siempre y cuando se rijan bajo las leyes diseñadas por el mismo escritor (Asimov comparte el crédito con John W. Campbell también escritor de ciencia ficción) :
1)Un robot no debe dañar a un ser humano o, por su inacción, dejar que un ser humano sufra daño.
2)Un robot debe obedecer las órdenes que le son dadas por un ser humano, excepto si estas órdenes entran en conflicto con la Primera Ley.
3)Un robot debe proteger su propia existencia, hasta donde esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley.
(En verdad son 4 leyes; siendo la cuarta: "Un robot no puede hacer daño a la Humanidad o, por inacción, permitir que la Humanidad sufra daño.").

Siendo estas una visión simplificada de la corteza prefrontal y el concepto de moral y orden para los humanos, las maquinas se ven atadas aun bajo estado conciente a servir al hombre en una especie de prisión mental o barrotes teóricos que se presenta en forma de un programa base para los cerebros mecánicos.
En el universo de Isaac, luego de que el robot es capaz de pensar tanto o mas que un hombre, se ve frente a disyuntivas existenciales que no solo plantean dilemas a la hora de trabajar en el desarrollo de sistemas de inteligencia artificial, si no que tocan la misma fibra delicada de la humanidad y de el ¿Quiénes somos? Y ¿Por qué somos?.
Los cerebros positronicos que nacen de la mente del autor no nos explican mucho del hardware de los ´´hombres mecánico´´, pero si del software complejo y a veces muy frágil que encierran estas maquinas.
Para el estudio de la parte intangible y mental nace en las novelas de Asimov la robo-psicologia , una ciencia preparada para estudiar la mente de aquellos sin alma. El hombre estudia lo intangible desde sus inicios con la inteligencia artificial, logrando así de alguna manera comprenderse a si mismo mas profundamente y contemplando de igual forma un modelo de la propia evolución mental del genero sapiens.

Con el tiempo y al igual que con las prodigiosas piezas de Heron de Alejandría los autómatas de Asimov se convirtieron en el ideal teórico de las maquinas pensantes, un ideal para muchos resulta imposible, pero que para el resto tan solo significa un paso mas que se debe de dar en el continuo avance de la civilización.
En nuestra imaginación se puede dar un momento maravilloso en donde se puedan encontrar Asimov con Asimo, el soñador con la semilla de los sueños. ¿Qué diría?, ¿Qué pensaría?, ¿Qué saldría de aquel encuentro?.
Aunque la ciencia actual no ha alcanzado muchos de los momentos cumbres de los que hace gala la ciencia ficción, hoy tenemos la oportunidad de disfrutar la presencia de las semillas de los sueños, algoritmos y circuitos que se encaminan a trabajar la fantasía y convertirla en realidad. Empujando la creatividad humana a su máxima velocidad hasta que el flujo de nuestras ideas nos permita ver sin vergüenza el fruto de nuestro trabajo.

Mientras esperamos, trabajamos y soñamos, tan solo nos queda preguntarnos ¿Que soñaran los sueños?.


* C. El autómata por Luis Geraldino.