Friday, September 18, 2009

SETI.


Hace 50 años en un artículo publicado por la revista Nature surgió un concepto revolucionario, pero un año antes ya las ideas habían empezado a fraguarse.

El año 1958 fue denominado el año geofísico internacional, por lo cual la academia americana de las ciencias reunió a especialistas en ciencias espaciales para estudiar las nuevas ventanas que habría la naciente era espacial.
Philip Morrison, un profesor de la universidad de Cornell, se encontraba entre los presentes, los temas discutidos durante las reuniones de los especialistas hicieron que este junto a Giuseppe Cocconi, colega y amigo de Morrison, plantearan la posibilidad de detectar civilizaciones avanzadas que se encontraran fuera de nuestro sistema solar gracias a los avances recientes en radioastronomía.

Un año más tarde el 19 de septiembre de 1959 ambos científicos publicaron un artículo en la revista Nature donde trataban de determinar que frecuencia habría que monitorear para localizar señales extraterrestres. Como el hidrógenoo, que es el elemento más común del universo, emite frecuencias electromagnéticas cercanas a los 1.420 megahercios los investigadores concluyeron que era muy probable que las civilizaciones que podrían poblar el espacio y que quisieran dar a conocer su existencia, utilizaran esta frecuencia para transmitir sus ondas.

Por su parte el investigador Frank Drake ya venia realizando esta búsqueda desde hacia medio año, ya que había llegado a la misma conclusión sobre la frecuencia de los átomos de hidrógeno, desde el National Astronomy Observatory. Con la publicación del artículo el director del observatorio, Otto Struve, decidió dar comienzo a un proyecto que inicio con una charla en el MIT y que en 1960 lanzo al SETI a la luz. En estas conferencias se encontraban los miembros de la Orden del Delfín: Frank Drake, Otto Struve, Morrison y Carl Sagan.

Hoy el proyecto llama a mucha polémica tras varias décadas de lo que algunos consideran trabajo infructuoso, pero las palabras de Carl Sagan podrían calmar a cualquier escéptico lógico:
La ausencia de prueba no es prueba de ausencia.

La exploración continua y aunque pensemos que décadas de trabajo deberían de brindarnos alguna evidencia, hay que recordar que nuestra existencia sobre este planeta es tan solo un suspiro en el tiempo del universo, quizás la evidencia este allí, quizás no, aun así ninguna de las dos respuestas nos pueden decepcionar, tan solo llamarnos a preguntarnos: ¿Por qué?.